Nuestro Señor en el ático

(Ons’ lieve Heer op zolder)

En el corazón de Ámsterdam, se encuentra una historia fascinante que se remonta al siglo XVII. Durante ese tiempo, la ciudad experimentó un cambio significativo en su paisaje religioso. En 1578, tras el ascenso al poder de los protestantes, se prohibió a los católico-romanos practicar abiertamente su fe en las iglesias oficiales, que pasaron a ser exclusivamente para el culto protestante.

Ante esta situación, los católicos se vieron obligados a encontrar maneras creativas para mantener viva su fe. Así nacieron las llamadas «iglesias domésticas», lugares clandestinos de reunión donde se celebraban misas y se practicaba la fe en secreto. A pesar de la conciencia por parte de las autoridades locales de la existencia de estas iglesias en casas particulares, se optó por una política de tolerancia, en consonancia con los principios de libertad religiosa y de conciencia que caracterizaban a la República de los Países Bajos en esa época.

Un ejemplo destacado de esta historia es la Iglesia del Ático, ubicada en el Museo Ons’ Lieve Heer op Zolder. Esta iglesia secreta, construida por el católico Jan Hartman, es un testimonio vivo de la lucha por la libertad religiosa en Ámsterdam. Su existencia refleja la declaración de Guillermo de Orange, que proclamaba la libertad de pensamiento y creencia en los Países Bajos.

El 10 de mayo de 1661, el rico comerciante católico Jan Hartman (1619-1668), procedente de Coesfeld (Alemania), compra la casa del canal en Oudezijds Voorburgwal, incluidas las dos casas del callejón de atrás, donde se instala con su esposa Elizabeth y sus hijos, realizando reformas, conectando los áticos de los tres edificios e instalando la iglesia en el ático, que recibe el nombre de su constructor: Het Hart.

En 1636 llega a Amsterdam el sacerdote Petrus Parmentier (1601 – 1681), procedente del monasterio agustino de San Esteban de Gante, con la orden de convertir al mayor número posible de personas a la fe católica, en una ciudad en su mayoría protestante. Primero el sacerdote alquila una habitación en Zeedijk y celebra misa en casas de varios católicos, ayudado por las llamadas hijas espirituales, mujeres solteras que sirven a la iglesia llevando una vida de oración, castidad y buenas obras. Maria van Eck (1608 – 1702) es una de las primeras hijas espirituales en unirse a Parmentier. Incluso vive con él en Zeedijk. Su sucesora es Margaretha van Loon (1632 – 1664). Parmentier conoce a la familia Hartman a través de su padre, el rico comerciante de telas Jacob van Loon. En 1662, Jan Hartman alquila a Parmentier la casa del callejón del Heintje Hoekssteeg y la iglesia del ático para sus misas. La iglesia cobra entonces una gran importancia entre la comunidad católica de Amsterdam, cuando Parmentier logra la colaboración de su asistente Johannes van den Eeckhout, quien escribe, entre 1664 y 1682, notas en latín acerca de las vírgenes espirituales como María van Eck, Margaretha van Loon y Sybilla Fonteijn, entre otras mujeres que fueron esenciales para la preservación del catolicismo en Amsterdam durante el siglo XVII.

Lamentablemente Hartman no disfrutó durante mucho tiempo de su casa ni de su iglesia, ya que muere en abril de 1668 y es enterrado en la Oude Kerk. La familia intentó financiar las deudas que dejó Hartman, pero finalmente se vio obligada a vender las propiedades, razón por la cual Parmentier tuvo que abandonar la casa y la iglesia en 1670.

Hoy en día, transformado en el Museo Ons’ Lieve Heer op Zolder esta casa sigue siendo un recordatorio tangible de esta rica historia de tolerancia religiosa, donde los visitantes pueden sumergirse en el pasado y comprender mejor los valores que han dado forma a la ciudad de Ámsterdam.

Fotos: Carmen Toledo

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