Doctora Aletta Jacobs

Aletta Henriëtte Jacobs fue Doctora en Medicina, inventora y activista por los derechos de la mujer y el sufragio femenino en los Países Bajos.

Nació en una familia judía, en Sappemeer, provincia de Groningen, el 9 de febrero de 1854. Su padre, Abraham Jacobs, era médico de familia y su madre, Anna de Jongh, ama de casa, ambos padres de once hijos.

De pequeña solía acompañar a su padre en las consultas, y ver cómo ayudaba a las personas con su profesión. Así nació su vocación médica. Su padre también la instruyó en griego, latín, Matemáticas e Historia, materias que eran reservadas para los hombres en esa época.

Aletta consiguió terminar sus estudios de educación primaria en 1867 pero en esa época a ninguna mujer neerlandesa se le permitía cursar estudios secundarios. Pese a esto, entusiasmada entonces por la profesión de su padre y de uno de sus hermanos, Julius, Aletta estudió y aprobó el examen que la calificaba como ayudante de farmacéutico el 26 de julio de 1870, y se aventuró a escribir una carta al Primer Ministro de los Países Bajos, J.R. Thorbecke, solicitóndole permiso para acceder a la universidad, en un momento en que no había aún mujeres doctoradas en Medicina en los Países Bajos.

El 28 de abril de 1871, el Primer Ministro Thorbecke respondió con una carta dirigida a su padre, Abraham Jacobs, donde comunicaba la autorización para que Aletta se matriculara en la Universidad de Groningen.

Con anterioridad, se considera a Anne Marie van Schurman como la primera mujer en los Países Bajos, y quizás en Europa, como la primera mujer que asistió a una Universidad. No obstante, en Utrecht, desde 1636 en adelante, Anne Marie tuvo que asistir a sus clases escondiéndose detrás de una cortina porque: “una mujer en el aula podía distraer a los buenos estudiantes varones”.

Sin embargo, a Anne Marie se le permitió cursar pero no le concedieron el diploma, pese a que llegó a hablar 14 idiomas, entre ellos griego, latín, hebreo, árabe, siríaco, arameo y etíope, así como varios idiomas europeos contemporáneos. No obstante, fue reconocida por la Historia como poeta, pintora y erudita.

Aletta fue objeto de burlas, e incluso su padre y sus hermanos fueron acosados. Ella no se rindió y pasó su examen en 1878. Su padre, orgulloso, escribió: «Aletta está subiendo las escaleras más altas como mujer».

El 8 de marzo de 1879, Aletta Jacobs se graduó en la Universidad de Groningen, convirtiéndose en la primera mujer con el título de Medicina en la historia de los Países Bajos y, un año después, en la primera mujer en obtener un Doctorado en Medicina.

Una vez que Aletta obtiene su doctorado, viaja a Londres, donde establece contacto con doctoras activistas por el control de la natalidad y el sufragio universal.

A su regreso, con 23 años, se instala como médico de familia en una clínica en el Herengracht de Amsterdam. Desempeña su tarea con gran entusiasmo y busca soluciones para evitar la discriminación a la las mujeres eran sometidas en todos los ámbitos. Realiza una hora de consulta gratuita dos veces por semana, durante catorce años, para personas de escasos recursos.

Adquirió conciencia sobre la impunidad de la prostitución y la trata de blancas y, comprendiendo sus necesidades, divulgó el uso de métodos anticonceptivos para controlar la natalidad y las enfermedades de transmisión sexual.

También dio cursos elementales de higiene y cuidado de niños y trabajó en la mejora del diafragma del doctor Wilhelm P.J Mensinga, quien había sido uno de sus profesores. Esto último escandalizó a la sociedad de la época y fue acusada de oponerse a la vida. “Lo más duro era asumir las críticas, sobre todo las que nacían de los labios de mi hermano Sam”, comentó dolida.

No obstante, lejos de doblegarse ante las acusaciones que recibía, instaló una clínica gratuita para mujeres vulnerables, creando el primer Centro de Planificación Familiar de los Países Bajos.

En 1883 Aletta solicitó una papeleta electoral cuando hubo elecciones. La ley establecía que toda persona adulta holandesa que pagara impuestos tenía derecho a una papeleta de votación. A Aletta se le negó porque era mujer. En 1887, la ley se modificó para incluir el derecho al voto “solo para los hombres”. Ese fue el comienzo para que Aletta luchara por el sufragio femenino.

El testimonio de muchas de sus pacientes, asfixiadas por las duras condiciones de vida y la represión, no hizo otra cosa que avivar el coraje de Aletta Jacobs orientándole más allá de su labor como doctora a trabajar por la justicia social. Es así que Aletta llama la atención a las autoridades acerca de las quejas físicas y trastornos de salud de las dependientas, que a veces permanecían de pie hasta once horas. Gracias a ella, desde 1902 las tiendas se ven obligadas por ley a ofrecer asientos a su personal para el desempeño de su actividad (cajeras), o para momentos en que no atienden a clientes.

Pese a la resistencia que experimentó de gran parte de la sociedad, Aletta tuvo amigos que la apoyaron y admiraron, entre ellos Carel Víctor Gerritsen, Concejal de Amsterdam, con quien la amistad dio paso al amor.

Conviven varios años como matrimonio libre pero, como quieren tener un hijo, se ven obligados a casarse en 1892, pese a la resistencia de Aletta a aceptar las obligaciones que la ley prescribía en esa época, entre ellas la de obedecer a su marido. Se casan en matrimonio civil y se mudan a una casa en Tesselschadestraat 15, que tiene una habitación común y otras separadas, para que cada uno pueda tener su propia privacidad y libertad. A los 38 años, Aletta queda embarazada de su primer hijo, el cual, lamentablemente, moriría tras un solo día de vida debido a un error crucial del médico durante el parto.

Tras acudir a la reunión del Consejo Internacional de Mujeres en Londres en 1899, Jacobs dejó la Medicina en un segundo plano y centró sus fuerzas en el sufragio femenino.

En 1903 se convirtió en presidenta de la Association for Women’s Suffrage. Este compromiso le llevó a conocer a Carrie Chapman, con la que viajaría a Austria, Hungría, Oriente Medio, Asia y África para dar voz y apoyo a todas esas mujeres del mundo que solas eran incapaces de abrirse hueco en la vida política y en los espacios de participación. Esto le diría entonces a Chapman en una amistosa carta: “Mi querida Carrie, estoy segura de que no he vivido en vano, hemos hecho nuestra tarea y podemos abandonar el mundo con la convicción de que lo dejamos mejor de lo que lo encontramos”.

Cuando muere su marido, en 1907, ella se dedica, cada vez más fanáticamente, a los derechos de las mujeres en todo el mundo. Con un grupo de otras feministas unen fuerzas y crean la Asociación por el Sufragio de la Mujer (VVVK), de la que Jacobs será Presidenta.

Entre 1911 y1912, Aletta viajó por todo el mundo, estableciendo alianzas con mujeres sufragistas de otros países europeos y promoviendo la igualdad.

En 1915, poco tiempo después de dar comienzo la Primera Guerra Mundial, impulsó la celebración de un Congreso Internacional de Mujeres en La Haya. De este congreso saldría la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), una organización creada para oponerse a la guerra y para la participación de la mujer en la escena pública internacional. En este foro, que reunió a más de mil mujeres de todo el mundo, se comenzaron a formular las primeras propuestas feministas en contra de la guerra y la violencia enraizada en la Europa del siglo XX. WILPF continúa activa y siendo la organización más importane de mujeres por la paz del siglo pasado y una de las redes de mujeres con más incidencia en la política internacional. Jane Addams, su primera Presidenta, recibió el Nobel de la Paz en 1931.

En 1917 se concedió el sufragio universal a los hombres. Las mujeres tienen solo derecho a presentarse como candidato.

En 1919, después de luchar durante un cuarto de siglo, se aprueba el proyecto de ley para el sufragio femenino, elaborado por Jacobs.

En 1922, el sufragio femenino activo se incluyó en la Constitución: desde entonces las mujeres pueden votar. Aletta Jacobs tiene entonces 68 años. En las colonias holandesas (las Indias Orientales Holandesas, Surinam y las Antillas Holandesas) el derecho al voto siguió siendo muy limitado hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

Aletta Jacobs pudo realizar muchos ideales durante su vida, entre ellos: la educación sexual, los asientos para empleados de comercios, el derecho de las mujeres al voto y, sobre todo, que las mujeres en los Países Bajos y en muchas otras regiones ya no fueran ciudadanas de segunda.

Aletta Jacobs murió, a los 73 años, el 10 de agosto de 1929 en Baarn, provincia de Utrecht.

En su obra Memories: My Life as an International Leader in Health, Suffrage, and Peace, podemos conocer a una mujer notable, una feminista holandesa que abrió nuevos caminos por sí misma, y que trabajó junto a líderes mundiales en los movimientos progresistas de principios del siglo XX.

Su archivo es gestionado por ATRIA, y ha sido reconocido como patrimonio de la UNESCO e incluido en el programa Memoria del Mundo. Este reconocimiento otorga a la obra un estado de protección.

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